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ANDRÉS SUEÑA CON LA NIEVE

Andrés es un niño de cuatro años que tiene una hermanita de dos, llamada Lola. Vive en una ciudad con sus papás, pero viajan con mucha frecuencia a varios pueblos de los alrededores en los que tienen familia.
Un día su mamá, mientras lo estaba acostando, le contó a Andrés una historia.
    “Andrés, cariño, una vez, cuando eras muy pequeño, fuimos al pueblo a ver a los primos y estando allí nevó tanto que no pudimos volver a la ciudad en varios días, pues la carretera se cubrió completamente de nieve. Tú lo pasaste de maravilla con los primos y os divertisteis… ”
Antes de que su madre terminara de contarle la historia… Andrés se levantó, abrió la ventana y admiró sorprendido que la nieve cubría totalmente el suelo y llegaba hasta la mitad del patio de su abuela, ¡estaban en el pueblo!
Rápidamente fue a despertar a su hermanita .
    - ¡Lola, Lola, levanta, que ha nevado mucho y podemos jugar con la nieve!
Se levantaron los dos, se abrigaron bien para protegerse del mucho frío que hacía y de los copos de nieve que seguían cayendo y se pusieron las botas de nieve dispuestos a salir a la calle.

jugando en la nieve
Había caído tanta nieve que no se veía la carretera y los coches no podían circular por ella. En la calle había muchos niños y adultos jugando. Andrés y Lola se acercaron a un grupo de niños y todos juntos se dispusieron a hacer un muñeco de nieve. Primero formaron dos bolas de nieve muy grandes, tarea en la que les ayudó un adulto.
    - ¡Qué muñeco tan grande; parece un gigante! - exclamaron todos los niños.
muñecos de nieve
Después buscaron unas ramas para hacerle el esqueleto de los brazos, unas piedrecitas para los ojos, una ramita gruesa para la boca y una gran zanahoria para la nariz.
    - ¡Qué divertido es hacer muñecos de nieve!
Andrés y Lola lo estaban pasando muy bien.
Fueron a buscar a sus primos y todos juntos hicieron más muñecos de nieve que fueron los hijos del gigante. Les pusieron nombre a todos los muñecos; al grande, que era el papá, lo llamaron Francisco, y a los hijos, Juan, Ana y Andrés.

Seguía nevando pero ellos no se mojaban porqué la nieve caía muy despacio. Era muy divertido, corrían y saltaban y, cuando se caían, no se hacían daño porque estaba blandito.
Cuando más entretenido estaba saltando en la nieve, Andrés notó que alguien le estiraba del brazo; se dio la vuelta y resulta que era su papá, que venía a darle un beso y resultaba que estaban en su habitación de la casa de la ciudad. Se dio entonces cuenta de que había estado soñando y le contó el sueño a su padre. Este le dijo que cuando él era un bebé había ocurrido algo parecido a lo que le acababa de contar.

Y colorín, colorete… por la chimenea sale un cohete.
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Página publicada por: José Antonio Hervás